Hace un año se produjo un ataque brutal en Azuqueca de Henares: la violación de una niña de doce años por seis jóvenes, siendo uno de ellos mayor de edad.

Un año después, sabemos por la prensa de esta atrocidad, que nos provoca ira y asco.

Empecemos por lo importante, diciendo que un violador es un hijo de Satanás, una escoria, una basura, gentuza.

Todos los violadores se parecen, vengan de donde vengan: odian a las mujeres, son machistas, violentos, crueles y cobardes, muy cobardes. De ahí viene su inclinación a violar en grupo y a jalearse babosamente para consumar sus salvajadas.

Con frecuencia, a los violadores no les cuesta dar un paso más en su comportamiento criminal, sumando a la violación el asesinato de la víctima. Numerosos casos lo demuestran.

En los últimos tiempos proliferan las manadas de violadores. Esto tiene sus causas, aunque no es éste el momento ni el lugar para exponerlas.

También es un desafío decidir qué hacer con los violadores menores de edad. No tengo certezas al respecto, pero sí sé que la legislación que ahora se les aplica es muy benigna y que no la merecen. Y también sé que no bastará con cambios legislativos para impedir que se sigan cometiendo tales barbaridades.

Las autoridades, incluido el Alcalde, conocieron puntualmente estos hechos tan desgraciados y, por lo que ahora sabemos, las investigaciones permitieron poner rápidamente a disposición judicial a los culpables.

El Alcalde, contra lo que es uso y costumbre en nuestro municipio, mantuvo en secreto esta atrocidad, hasta que la prensa ha desvelado la ocultación. Elucubra el Alcalde sobre las intenciones de quienes han filtrado los hechos, cuando eso no le importa a nadie excepto a él, porque lo sustancial es el hecho repugnante y cruel, así como su posterior escamoteo al conocimiento público.

Dice el Alcalde que calló por responsabilidad, cuando lo responsable habría sido informar de los hechos a la oposición y a las autoridades educativas para que, con sigilo, sin amarillismos y con respeto a la identidad de la víctima, hubieran condenado los hechos y actuado para intentar evitar estas y otras brutalidades.

Durante este año hemos condenado en los Plenos municipales, a través de manifiestos, en concentraciones y en manifestaciones, los asesinatos machistas y otras violencias contra las mujeres. Pero debido a la ocultación del Alcalde, no hemos podido denunciar este espanto concreto que hemos sufrido en nuestra ciudad.

El Alcalde se equivocó gravemente no cumpliendo con su obligación, tanto moral como política, de dar a conocer unos hechos gravísimos que, como aconseja Save the Children y cualquiera que sepa algo de estas cuestiones, precisan de publicidad responsable para producir la repulsa general y evitar la proliferación de bulos y de habladurías.

El Alcalde no es quien para decidir qué hemos de saber y qué hemos de ignorar, y menos aún cuando lo que está en juego es la convivencia y la seguridad colectiva.

El Alcalde, además, es sabedor de nuestra preocupación por el deterioro de la convivencia en Azuqueca de Henares. Llevamos años denunciando su pasividad y su nulo interés para actuar contra sus causas, que hemos expresado en preguntas y mociones a lo largo de la legislatura. La única respuesta que por su parte han merecido estas iniciativas, respaldadas por toda la oposición, ha sido la negación de los hechos.

No sé si los concejales de su gobierno estaban al tanto de lo ocurrido. Si no lo sabían, deberían pedirle al Alcalde una explicación pública inmediata, como yo se la exijo ahora mismo. Y si lo sabían y callaron, les digo que no son dignos del cargo que ocupan, como tampoco lo es el Alcalde, su inmediato superior.

El conocimiento de estos hechos a través de la prensa y un año después de ocurridos ha provocado una tempestad en la opinión pública, especialmente en el submundo de las redes sociales. A la rabia general, muy comprensible, expresada en todos los canales de comunicación, se une un hecho muy preocupante: gentes sin escrúpulos ligan el origen étnico de los violadores a su cruzada racista y xenófoba, dando a entender que hay violadores de primera y de segunda categoría según sea su origen o condición. Hay personas interesadas en convertir la justísima repulsa y la indignación contra los violadores en una causa general contra la inmigración, y eso es tan peligroso como intolerable.

Durante las últimas jornadas le he pedido al Alcalde que se explique públicamente y que se enfrente, como primer responsable de la administración municipal, a la oleada racista y de maledicencias que se expande incontroladamente por las redes sociales. No he tenido éxito, como es notorio, porque el Acalde, en este momento tan delicado, ha decidido esconderse esperando a que el temporal amaine, en actitud pueril e indigna del cargo que ostenta.

Sólo basta con mirar atentamente a nuestro alrededor: la sociedad está en regresión, mientras que el narcisismo y los síntomas destructivos crecen. En una coyuntura tan delicada, el Alcalde opta por el silencio.

Con estas razones no pretendo convencer a nadie de nada, porque no albergo ninguna esperanza de persuadir a quienes están instalados en sus propias mentiras. Para desgracia de todos, vivimos tiempos circulares y de decadencia en los que los fanatismos se refuerzan, alimentados por el miedo, por el odio y por los simplismos que consolidan los prejuicios adquiridos.

Por eso, dirijo este mensaje a las gentes sensatas de Azuqueca de Henares que quieren una sociedad mejor, más justa, libre, segura, sin violencias ni fanatismos que, de imponerse, nos llevarán a la ruina.

EMILIO ALVARADO PÉREZ